El fin de semana pasado con mi familia decidimos salir de la ciudad nos fuimos a Melgar, un pueblo del Tolima, acá en Colombia. Nos encanta ir allí, nos encantan los helados caseros de la heladería Alaska - y hasta ahora caigo en cuenta que la próxima vez que vaya debo tomarle una foto, la tipografía del aviso es de los 90s, futurístico y con mucha historia; esa se las quedo debiendo -.
Cómo es de costumbre y cómo les he contado en posts anteriores de estos pequeños road trips que hacemos, vamos al Espinal a comprar quesillo, el mejor del mundo, envuelto en hoja de plátano y a Girardot a ver qué hay de nuevo en la plaza y a ver artesanías.
En uno de esos trayectos, como iba manejando, ví una pequeña carretera destapada que estaba medio curiosa y decidí meterme. Me encantó el lugar para fotos así que paramos y tomamos algunas fotos; me encantó el efecto del polvo levantado. De repente mi papá ve el triciclo amarillo de las fotos y se nos ocurrió tomar fotos y crear una escena; es de las cosas que más me gusta en la vida aprovechar esas pequeñas cosas que pasan al azar y de ellas sacar lo mejor. Aprovechamos lo que teníamos a la mano y fue magia el estar en el lugar correcto en el momento correcto.
De las cosas que recuerdo tanto cuando estudié fotografía análoga es eso, aprovechar el momento. A veces las fotos más increíbles salen de la nada y creo que estas son de esas; de esas mágicas que pareciera que todo estuviera puesto en el lugar por mí y para mí.
Más temprano, como el día estaba opaco y habíamos madrugado decidí tomar algunas otras, esta vez en Melgar, en el pueblo. Encontramos una pared azul llena de plantas encima y aproveché para tomar algunas fotos allí; fue raro encontrar esta casa en estas condiciones porque este barrio esta lleno de casas abandonadas, ya por caerse. Confieso que me encanta eso, las cosas que alguna vez tuvieron historia que se convierten en no lugares. Pero en este caso es triste ver tanto abandono, ahora Melgar se volvió como la ruta 66 de Cars, un pueblo por el que "nada" pasa.
Por otro lado, cuando volvíamos a Melgar mi papá recibió una llamada y paro en una bahía en la mitad de la carretera, encontramos el antiguo puente que lleva a Carmen de Apicala. Es muy raro porque siempre habíamos pasado por allí y nunca lo habíamos visto. Éste puente también abandonado, tiene una historia diferente a la del barrió anterior. Resulta que en el lote que está vive una familia en su casa; también pintada de azul - no le tome foto porque me dio pena -. Allí vive la señora con su esposo y tres hijos; uno de ellos fue el que nos dejo entrar a tomarle las fotos al puente. Éste a comparación del barrio, sí crea memorias y no lo puedo considerar un no lugar. Es ese lugar donde el Juan nos abrió feliz, es en donde Juan baja al rio a bañarse un rato y juega con sus hermanos, es en donde Juan nos abrió las puertas para poder tomarle fotos al hermoso puente lleno de oxido. Es en donde Carolina y Ma. Paula tomaron sus fotos para el recuerdo de ese día, 4 de Mayo, cumpleaños de Martha, su mamá.
Bueno yo no podía estar más feliz con todas las fotos que tomamos, me encanta este plan, perdernos y encontrar y conocer nuevos lugares.
Vestido: pronto les muestro el tutorial en el canal
Bolso: Palma Turquesa
Zapatos: MANGO
Pañuelo del pelo: Palma Turquesa
CAROLINA LLANO
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